¡El fin se acerca!
Matko Koljatic
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Matko Koljatic
Se han cumplido 10 años desde la quiebra de Lehman Brothers, el punto más álgido de la crisis sub-prime, que paradojalmente, a partir de junio de 2009, ha sido seguida por un ciclo expansivo de la economía norteamericana que ya lleva 110 meses. Lo notable de este ciclo de crecimiento es que es el segundo más largo en los 164 años de que se tienen registros, sólo superado por el ciclo de 120 meses entre 1991 y 2001, que terminó con la crisis de las punto.com.
El problema es que hay agoreros que andan prediciendo que la economía norteamericana puede tener algunos trimestres más de crecimiento, pero que irremediablemente veremos una nueva recesión en los EEUU en un par de semestres más. Una de estas pitonisas es la revista Fortune, que anunció recientemente con tintes escatológicos que “el final está cerca” (the end is near).
Los argumentos de un fin de ciclo parecen verosímiles: la economía está sobrecalentada, además de estar amenazada por las alzas en el precio del petróleo, la guerra comercial desatada por Trump, y el endeudamiento corporativo y fiscal que está en niveles récord. Lo claro es que los ciclos están aquí para quedarse y probablemente veremos ciclos recesivos y expansivos por siempre.
Por eso es muy oportuna la publicación este año del documento “Oeconomicae et Pecuniariae Quaestiones”, con “consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Para entender su importancia, vale destacar que los ciclos recesivos se producen por desequilibrios macroeconómicos y fallas financieras que se van gestando, subrepticiamente, en los países y específicamente en sus mercados de capitales. Es a esas fallas, que tienen su origen en la actuación de los agentes económicos, a las que apunta el texto “ante la constatación de que los hombres, aun aspirando con todo su corazón al bien y a la verdad, a menudo sucumben a los intereses individuales, a abusos y prácticas inicuas, de las que se derivan serios sufrimientos para toda la humanidad y especialmente para los más débiles y desamparados.”
El punto crucial es que “todo sistema económico legitima su existencia no sólo por el crecimiento cuantitativo de los intercambios económicos, sino probando su capacidad de producir desarrollo para todo el hombre y todos los hombres. Bienestar y desarrollo se exigen y apoyan mutuamente, requiriendo políticas y perspectivas sostenibles más allá del corto plazo.”
Comienza reconociendo el rol crucial de la “libertad de iniciativa” y enuncia la necesidad de que sea vivida “en el horizonte de una ética adecuada”. Luego, exhorta a establecer una regulación y mecanismos de compliance efectivos para instrumentos financieros tales como derivados, securitizaciones, CDS, etc.
Finalmente, llama a que “las universidades y las escuelas de Economía, en sus programas de estudio, de manera no marginal o accesoria, sino fundamental, proporcionen cursos de capacitación que eduquen a entender la economía y las finanzas a la luz de una visión completa del hombre, no limitada a algunas de sus dimensiones, y de una ética que la exprese.” Este documento vaticano debiera ser lectura obligatoria.